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y se encontraron allí. Se dio cuenta de que no había pensado en Zaratustra durante
mucho, mucho tiempo... ¡había pecado! Por supuesto que había capillas y cosas de
ésas en el servicio, pero sólo estaban para reforzar el concepto del emperador como un
dios encarnado y para utilizar hostias de comunión cargadas de droga reforzadoras del
entrenamiento. Durante su infancia, Bill había sido del tipo modélico de monaguillo,
orgullo de su madre y voz solista soprano del coro infantil.
No he sido un buen mazdeísta gimió Bill con la cabeza penitentemente gacha.
¿Y qué les ocurre a mis hijos pecadores? preguntó la voz.
Son encadenados a una roca en un mar de fuego durante miles de años.
Bill, voy a buscar las cadenas.
Se oyó un monstruoso retronar metálico y a Bill se le cayó el estómago dentro de las
botas.
¡No lo digas, no! ¿Quieres decir que... quieres decir que estoy muerto?
Con un horrible gemido Bill cayó de rodillas y levantó las manos en contrita oración.
Desgraciadamente, se olvidó de que en la mano tenía media jarra de cerveza, y se
empapó.
La voz hizo tsk-tsk.
No desperdicies una buena cerveza, Bill.
¡Por favor! ¡Por favor! Dame una segunda oportunidad... es todo cuanto pido.
¡Déjame vivir y te prometo llevar una vida mejor, mucho, mucho mejor que la que he
llevado hasta ahora!
La verdad es que eso no te sería difícil. Pero, Bill, de hecho no estás del todo
muerto.
¿Ah, no?
No. De hecho, eres un tipo bastante saludable. Deberías estar muerto, si se tiene
en cuenta la clase de castigo que te has estado infligiendo. ¡Veo una cirrosis,
eventualmente, definitivamente, pero otra vida mortal estaría ya acabada a estas
alturas!
¡Estoy vivo! exclamó Bill, riendo y danzando de alegría. Sin embargo, de
repente se detuvo . Pero si no estoy muerto... ¿dónde estoy, entonces?
Resulta un poco difícil de explicar, Bill, especialmente a alguien con tu capacidad
de atención. ¿Has apretado alguna vez el botón de «pausa» de una pantalla de
televisión holográfica?
Claro. Tengo una buena formación técnica.
Sin duda la tienes si puedes dominar algo tan intrincado. Se advertía una pizca
de sarcasmo en la voz incorpórea . Digamos que eso es lo que yo he hecho, Bill.
Digamos que sólo quería intercambiar contigo un par de palabras.
Bill asintió con contrición.
Lo comprendo, oh grande en tu sabiduría y bondad, gran Zaratustra. Te estoy
escuchando. Con mucha atención. ¿Quieres que deje de beber? Dejaré de beber.
¿Quieres que deje de maldecir? Dejaré de decir «cojones» para siempre. Comenzaré a
ir nuevamente a la iglesia. ¡Pero nada de rocas! ¡Nada de cadenas!
No hay nada que temer... eso no es lo mío. Es un fraude que inventaron algunos
monjes para mantener a los campesinos a raya. De hecho es sólo un mito, Bill. De
todas formas, no estoy aquí para amenazarte. Pensé que estarías interesado en tener
la oportunidad de salvarte, de redención y de adquirir un valor doble para tu colección
de rezos eternos.
Bill asintió con ansiedad.
Lo que tú digas, mister Z.
Te he rescatado de un lío mayúsculo, mientras tú estabas buceando hacia atrás
en la materia que queda entre el espacio y el tiempo, razón por la que resultabas muy
accesible. Habitualmente no hago mucho caso de los asuntos de los mortales, pero
éste en el que estás tú metido es bastante importante; así pues, aproveché la
oportunidad de poder intercambiar un par de palabras contigo.
¡Es un placer, oh, poderoso Zaratustra!
Eso es hablar bien, Bill. Un poco de obsequiosidad y sacrificio hacen mucho por la
alegría de un dios. Yo me considero una deidad bastante indulgente, para lo que son
las deidades. Nada de esas cosas de ser vengativo y rencoroso como mi colega
Jehová; ni como Alá, que va por ahí cortando manos y cosas parecidas. Mi filosofía con
respecto a la creación universal ha sido bastante poco intervencionista. Libre albedrío y
cuestiones por el estilo, ya me entiendes. El lío en el que la Humanidad se ha metido a
sí misma es bastante responsabilidad suya, ¿de acuerdo?
Justo en el blanco, señor!
Guerra, asesinato, oficiales, infanticidio... es un poco difícil hacer caso omiso de
todo eso. Pero yo trato de hacer todo lo que puedo.
Pero matar chingers... eso es fantástico, ¿no, señor? ¡Mataré cantidades de
chingers por ti! ¡Incluso me cargaré a Bgr si quieres!
Bueno, en realidad, Bill, ésa no es precisamente mi intención. Especialmente dado
que los chingers son unas criaturas muchísimo mejores que vosotros, los humanos. A
veces pienso que puse vuestros prototipos en la cabeza de ellos o algo así. ¡No, Bill,
los chingers, no!
Los cómics de porno duro. Ésos tienen que desaparecer.
No si yo consigo salirme con la mía. Son divertidos. Echo de menos su lectura...
pero te has acercado bastante. Sin embargo, supongo que son para las personas
ingeniosas. Te agradezco, hijo mío, que me lo hayas hecho notar. Quizá seas más
inteligente de lo que yo creía. No, ciertamente no se trata del porno duro, Bill. Me
refiero a los nazis.
Los nazis.
Sí. Los nazis, hablando de excrementos... ¡Hay que detenerlos o se apoderarán
del Universo! Ya siento su aliento en mi pescuezo.
Pero...
Buena pregunta, Bill. ¿Por qué iban a molestarme a Mí? Bueno, te lo diré. En
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