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(En vista de que Andrea escucha, continúa en voz alta.) Cuando aquella vez lo visité, dos días
después del decreto, estuvimos sentados allí enfrente y él me señaló el pequeño Príapo
cerca del reloj de sol, en el jardín. Desde aquí lo podéis ver. Él comparó su obra con una
poesía de Horacio en la que tampoco se puede cambiar nada. Habló sobre un sentido de la
belleza que lo obliga a buscar la verdad. Y aludió al lema: hieme et aestate, et prope et procul,
usque dum vivam et ultra, y se refería a la verdad.
ANDREA (al pequeño monje). ¿Le contaste cuando él estaba en el Colegio Romano
mientras los otros examina-[67]ban su anteojo? Cuéntale. (El pequeño monje hace un signo
negativo con la cabeza.) Se comportó igual que siempre. Tenía las manos sobre las nalgas,
sacaba la barriga para afuera y decía: yo les ruego ser razonables, señores míos. (Imita, riendo,
a Galilei. Pausa. Aludiendo a Virginia.) Implora para que él se retracte.
FEDERZONI. Déjala. Está completamente perturbada desde que ellos le hablaron.
Han hecho venir a su padre confesor desde Florencia. (Entra el individuo del palacio del Gran
Duque de Florencia.)
EL INDIVIDUO. El señor Galilei estará pronto aquí. Necesitará una cama.
FEDERZONI. Lo han soltado.
EL INDIVIDUO. Se espera que el señor Galilei se retractará a las cinco, en una sesión
de la Inquisición. Se escuchará la gran campana de San Marco y se leerá públicamente el
texto de la retractación.
ANDREA. No lo creo.
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Galileo Galilei
EL INDIVIDUO. Debido a la aglomeración de gente en las calles, el señor Galilei será
traído a través del portón del jardín trasero del palacio. (Se va.)
ANDREA (de improviso en voz alta). ¡La Luna es una tierra y no tiene luz propia, y
tampoco Venus tiene luz propia y es como la Tierra y gira alrededor del Sol! ¡Y cuatro
satélites giran en torno a Júpiter que se encuentra a la altura de las estrellas fijas y no está
unido a ningún anillo! ¡El Sol es el centro del universo y está inmóvil en su sitio, y la Tierra
no es centro ni es inmóvil! ¡Y él es quien nos ha demostrado todo eso!
EL PEQUEÑO MONJE. Y con violencia no se puede hacer invisible lo que ya se ha
visto. (Silencio.)
FEDERZONI (mira el reloj de sol en el jardín). Las cinco. (Virginia reza más fuerte.)
ANDREA. ¡Yo no puedo esperar más! ¡Esos descabezan la verdad! (Se tapa las orejas, el
pequeño monje lo imita. Pero la campana no suena. Luego de una pausa en la que sólo se escucha el
piadoso murmullo de Virginia, Federzoni mueve la cabeza negativamente. Los otros dejan caer los brazos.)
FEDERZONI (ronco). Nada. Las cinco y tres minutos.
ANDREA. ¡Se resiste! ¡Oh, dichosos de nosotros!
EL PEQUEÑO MONJE. No se retracta.
FEDERZONI. No. (Se abrazan, son más felices.)
ANDREA. Quiere decir: que con violencia no va, no se puede lograr todo. Quiere
decir: se puede también vencer la insensatez, que no es invulnerable. Luego: ¡el hombre no
teme a la muerte!
FEDERZONI. Ahora comienza realmente la era del saber. Esta es la hora de su
nacimiento. Pensad: ¡si él se hubiera retractado!
EL PEQUEÑO MONJE. Yo no lo dije pero estaba muy preocupado. Yo, hombre de
poca fe.
ANDREA. ¡Pero yo lo sabía! [68]
FEDERZONI. Hubiera sido como si después del amanecer llegara de nuevo la noche.
ANDREA. O como si la montaña hubiese dicho: yo soy agua.
EL PEQUEÑO MONJE (se arrodilla llorando). ¡Señor, te agradezco!
ANDREA. Hoy todo es distinto. El hombre, el martirizado, levanta su cabeza y dice:
yo puedo vivir. Tanto se ha ganado cuando sólo uno se levanta y dice: ¡no! (En ese momento,
la campana de San Marcos comienza a resonar. Todo queda paralizado.)
VIRGINIA (se levanta). ¡La campana de San Marcos! ¡No está condenado! (Desde la calle
se oye la lectura de la retractación de Galilei.)
UNA VOZ. "Yo, Galileo Galilei, maestro de matemáticas y de física en Florencia,
abjuro solemnemente lo que he enseñado, que el Sol es el centro del mundo y está inmóvil
en su lugar, y que la Tierra no es centro y no está inmóvil. Yo abjuro, maldigo y abomino
con honrado corazón y con fe no fingida todos esos errores y herejías así como también
todo otro error u opinión que se opongan a la Santa Iglesia." (Oscurece. Cuando se aclara de
nuevo todavía resuena la campana, callando luego. Virginia ha salido. Los discípulos de Galilei están
todavía allí.)
FEDERZONI. Nunca te pagó un centavo por tu trabajo. Ni pudiste comprar un
pantalón ni tampoco te fue posible publicar algo por tu cuenta. Eso lo has sufrido "porque
se trabajaba por la ciencia".
ANDREA (en voz alta). ¡Desgraciada es la tierra que no tiene héroes! (Galilei ha entrado
totalmente cambiado por el proceso, casi irreconocible. Espera algunos minutos en la puerta por un saludo.
Ya que ésto no ocurre porque sus discípulos lo rehuyen, se dirige hacia adelante, lento e inseguro a causa de
su poca vista. Allí encuentra un banco donde se sienta.) No lo quiero ver. Que se vaya.
FEDERZONI. Tranquilízate.
ANDREA (le grita a Galilei en la cara). ¡Borracho! ¡Tragón! ¿Salvaste tu tripa, eh?
GALILEI (tranquilo). ¡Dadle un vaso de agua! (El pequeño monje trae desde afuera un vaso de
agua a Andrea. Federzoni atiende a Galilei que escucha, sentado, la voz que afuera lee de nuevo su
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Bertolt Brecht
retractación.)
ANDREA. Ya puedo caminar de nuevo si me ayudáis un poco. (Lo acompañan hasta la
puerta. En ese momento, Galilei comienza a hablar.)
GALILEI. No. Desgraciada es la tierra que necesita héroes.
(Lectura delante del telón.)
¿No es claro acaso que un caballo que cae de una altura de tres o cuatro varas se puede
romper las patas, mientras que un perro no sufre ningún daño? Lo mismo ocurre con un
gato que cae de ocho o diez varas de altura, con un grillo de una torre o una hormiga que
cayera de la luna. Y así como los animales pequeños son, en proporción, más [69] fuertes y
vigorosos que los grandes, de la misma manera las pequeñas plantas son más resistentes.
Un roble con una altura de doscientas varas no podría sostener, en proporción, las ramas
de un roble más pequeño; así como la naturaleza no puede hacer crecer un caballo tan
grande como veinte caballos o un gigante diez veces más grande que el tamaño normal sin
que tenga que cambiar las proporciones de todos los miembros, especialmente de los
huesos, que deberían en ese caso, ser reforzados en una medida mucho mayor que su
tamaño proporcional. La opinión general de que las máquinas grandes y pequeñas tienen la
misma resistencia, es evidentemente errónea.
Galilei, "Discorsi"
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Galileo Galilei
14.
1633-1642. GALILEO GALILEI VIVE HASTA SU MUERTE
EN UNA CASA DE CAMPO EN LAS CERCANÍAS DE
FLORENCIA, COMO PRISIONERO DE LA INQUISICIÓN.
LOS "DISCORSI".
Una habitación grande. Una mesa, sillón de cuero y un globo terráqueo. GALILEI, ya anciano y casi ciego,
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